Se encontraba frente a una puerta. Una puerta que llevaba a un nuevo y enorme mundo, eso lo sabía. Pero no encontraba la llave que le permitiría entrar es ese verdadero mundo.
Podía sentir cada carcajada libre, cada soplo cálido de brisa, cada mirada con amor y cada nueva flor que se abría. Todo lo que ocurría al otro lado.
Pero no podía saborear nada de eso.Sí, podía saborear el deseo de saborear. Pero eso solo le llenaba la boca de una frustración salada.
